La pacificación política y la organización del Estado

La construcción de un estado nacional fue un proceso lento y complejo que se inició con la Revolución de Mayo y demandó más de medio siglo de guerras civiles y experimentos fallidos.

A pesar de la intensa actividad económica despertada ya antes de la caída de Rosas por las transformaciones que se iban produciendo en la economía mundial, las posibilidades de expansión se veían limitadas por diversos factores de orden económico e institucional.

La ausencia de un mercado nacional integrado, la precariedad de los medios de comunicación, la anarquía en los medios de pago, la inexistencia de un mercado financiero, las dificultades para expandir la frontera territorial contribuían a generar un marco de inestabilidad que atentaba contra el crecimiento económico.

Además, la ausencia de garantías sobre la propiedad, sobre la estabilidad productiva y aún sobre la propia vida -derivadas de las continuas guerras civiles y de las incursiones indígenas- ponían escollos casi insalvables a la iniciativa privada.
"La distancia entre proyecto y concreción, entre la utopía del 'progreso' y la realidad del atraso y el caos, era la distancia entre la constitución formal de la nación y la efectiva existencia de un estado nacional" (Oszlak, 1982, p.54).

A los pocos meses de la caída de Rosas, en septiembre de 1852, se inició una nueva etapa de fragmentación política del territorio. A pesar de que en 1853 fue sancionada la Constitución, entre 1852 y 1862 la Provincia de Buenos Aires estuvo escindida del resto de las provincias, nucleadas en la Confederación Argentina cuya capital era Paraná.

Si bien con la batalla de Pavón se produjo la reunificación del territorio y el inicio de las "presidencias nacionales" -Mitre, Sarmiento y Avellaneda-, quedaban pendientes diversas cuestiones a resolver que llevaron a nuevos enfrentamientos armados. Los levantamientos de montoneras en las provincias del Noroeste, de Cuyo y de Entre Ríos en las décadas de 1860 y 1870 y las luchas que tuvieron lugar en torno a la capitalización de Buenos Aires, que culminaron recién en 1880, fueron las expresiones más salientes del conflicto. A los enfrentamientos internos se sumó la Guerra con el Paraguay, que tuvo lugar entre 1865 y 1870.

Para la élite argentina el "orden" aparecía como una condición del progreso económico, y tenía a su vez proyecciones externas. Su instauración permitiría obtener la confianza del extranjero en la estabilidad del país y sus instituciones. Con ello se atraerían capitales e inmigrantes, dos factores de producción sin cuyo concurso toda perspectiva de progreso resultaba virtualmente nula.
A pesar de los conflictos internos y externos, las primeras presidencias constituyeron una etapa de modernización jurídica y política. Por primera vez se puso en práctica la división de poderes establecida por la Constitución, al instalarse en 1862 el Poder Judicial. A partir de 1863 se reglamentó la emisión del voto sobre la base de las normas fijadas por la Constitución, instaurándose el sistema electoral que tuvo vigencia hasta 1912.

La aprobación de los Códigos Civil y de Comercio permitió consolidar la legislación privada y penal para todo el país, estableciendo las bases de la seguridad jurídica.
A partir de 1880, al inciarse la presidencia de Roca, el país se pacificó, y la paz política permitió a la nueva administración emprender con éxito la transformación de la estructura institucional del país.

Luego de la federalización de la ciudad de Buenos Aires, diversas medidas procuraron consolidar y organizar el nuevo marco institucional, entre ellas la organización de los territorios nacionales, la creación del Código de Procedimientos en lo civil, la Ley de Unificación Monetaria, la Ley de Educación Común (1884) y la de Registro Civil (1888).
 


Zoológico porteño en 1910 (Archivo General de la Nación)


Esquina de Buenos Aires en 1910. David Mazziotti (Colección Eduardo y Nora Mazziotti)


Esquina de Buenos Aires en 1913. David Mazziotti (Colección Eduardo y Nora Mazziotti)